Ainz observaba a Enri mientras ella salía de la aldea. Con eso, todo lo que él tenía que hacer aquí había terminado. El botín de armaduras y espadas se había recolectado y colocado en el interior de la mochila infinita. Nada fue dejado atrás. Todo lo que pasara después de esto, sería el problema de la aldea. Sólo los muertos y los heridos se quedaron, el cuidarlos no era necesario, ya que era molesto. Pero, ¿qué debería hacer con su hermana? Lo mejor que se podía hacer, hasta que ella regrese, sería dejar algunos monstruos cerca de la aldea. Sería mejor si él se pusiera en contacto y discutiera de esto con Demiurge. Sus subordinados eran los más adecuados para este tipo de trabajo. Ainz decidió que tenía que decir algunas palabras de despedida al jefe, y así, lo buscó en la plaza del pueblo. En una esquina de la plaza, varios aldeanos sobrevivientes parecían estar discutiendo algo, con expresiones serias. Ainz sintió que algunos de ellos ya habían resuelto varias