Lamentablemente, había algunas personas en este mundo que abandonaron su razón y permitían que sus emociones los gobiernen. Por ejemplo, los asesinos enloquecidos corriendo frenéticamente. También había esos asesinos que odiaban a los monjes, tanto así que incluso odiaban sus sotanas. Había quienes incluso volvían sus espadas en los familiares de sus objetivos”. Ellos también volvían sus emociones hacia los objetivos equivocados. A veces se dirigían a las personas que eran completamente ajenas a sus asuntos. En el caso donde su odio se transfería a la familia del agresor, los pecados de los padres se transmitían a sus hijos, así como las deudas les eran dejadas a ellos o a sus familiares para que las paguen, en la manera romana-bárbara. Sin embargo, así fue cómo las civilizaciones de hace 2000 años hicieron las cosas, ya que no fueron tan maduros espiritualmente como la gente de ahora.