Rokka no Yuusha, Volumen 1, Capitulo 1

Primera parte


Tres meses antes, Adlet Maia estaba en Piena, un rico país localizado en el centro del continente. Era el país con mayor territorio del continente. Y en lo que se refiere a su tamaño, población, poder militar, riqueza y cualquier otra cosa más, ninguno de los otros países eran superiores, La influencia de la familia real resonaba a través del continente y era natural el decir que ellos no sólo gobernaban su propio territorio sino el continente entero en realidad.

Y en ese momento la capital del reino de Piena estaba celebrando un torneo de lucha ante los dioses, un evento que solía celebrarse una vez al año.

Como el país más grande en el mundo, naturalmente el alcance del torneo que se celebraban era a su vez el más grande en el mundo. Los participantes eran diversos caballeros de Piena y hombres de honor de infantería representando a los países vecinos y también algunos famosos mercenarios. Los Santos también venían, alegando que habían sido otorgados con el poder de los dioses. Guerreros sin amo y gente quienes se jactaban sobre su poder en las calles de la ciudad también participaban.

Cualquiera que quisiera podía participar y por ello el número de participantes de la lista excedía los 1500.

No obstante, el nombre de Adlet Maia no estaba en dicha lista.

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“¡Son las semifinales! En la zona oeste, proviene de la rica nación de Piena; el líder de los guardaespaldas del monarca, Batwal Reinhook.”

Un viejo caballero con el pelo grisáceo apareció en el lado oeste de los terrenos del templo, acompañado por aplausos que llenaron todo el lugar.

“Y en la zona este, proviene de las verdes profundidades del país de Toman; un representante de los mercenarios -osos pardos- ,Kuato Guinn.”

Un poderoso guerrero que parecía más un gigante que a un humano salió del lado este. Los gritos de ánimo hacia él fueron comparables a los que recibió el viejo caballero de la zona oeste.

Después de un mes, el torneo finalmente estaba a punto de finalizar. Sólo habían tres participantes más, y sólo dos combates más.  En cuanto a los espectadores, habían reunido en la arena unos 10.000 de ellos.

La arena en sí misma estaba situada en el centro del templo junto a la residencia real. En realidad, era acertado el decir que la arena era en principio la razón de que existiera el templo de las diosas del destino. Y la entrada al sur de la arena se hallaba una estatua de las diosas sosteniendo una única flor, observando benevolentes a los dos guerreros.

“Los nombres de ambos guerreros son conocidos a lo largo del continente. Aún así, éste no es una final cualquiera. A pesar de que este combate se llevará a cabo delante del mismo gran gobernante de Piensa, sino para llevar a cabo la preservación de la paz dentro de nuestro mundo, el combate también será presenciado por las diosas del destino. Como lo apropiado para una batalla ante un dios, espero que sea una lucha justa.”

El primer ministro de Piensa  miró a ambos guerreros y explicó las reglas, pero los dos guerreros no estaban escuchando. Ellos simplemente se fulminaban con la mirada el uno al otro. Y poco a poco, incluso los propios espectadores observaron como los dos luchadores se ponían más y más tensos con la espera.

Este torneo celebraba algo especial.

Había un plausible rumor yendo de aquí para allá de que el campeón del torneo sería elegido como uno de los Héroes de las Seis Flores.

“Como bien sabéis, el ganador de este torneo se enfrentará al campeón del torneo anterior, su majestad la princesa Nashetania. Aquél que haga juego sucio, para decirlo más claro un cobarde, no tiene las cualidades necesarias para enfrentarse a la princesa. Aunque ambos guerreros sean ahora más famosos que incluso antes...”

Las instrucciones del primer ministro de Piena siguieron adelante. Aún mientras su discurso seguía en curso, no muchos espectadores parecieron percibir el extraño evento que ocurrió fuera de la arena. Desde la puerta sur de la arena, un chico se acercaba. Incluso los guardias de la arena no intentaron detenerle. Los guardias de honor estaban parados detrás del primer ministro intercambiando sus miradas, pero tampoco intentaron moverse. Los espectadores tampoco parecían prestarle mucha atención a él tampoco. Su comportamiento era tan extremadamente natural que parecía un error el detenerle.

El chico tenía una larga melena rojiza y vestía ropas normales. No portaba de ninguna armadura o casco, pero si que tenía una espada de madera en su espalda. También tenía cuatro correas colgando de sus caderas, cada una con múltiples bolsitas fijadas a ellas.

El chico forzó su camino pasando a los dos guerreros, y diciendo entonces con una sonrisa, “Por favor disculpadme ambos.”

Escuchando al repentino intruso, el primer ministro gritó tremendamente molesto, “¡Quién demonios eres! ¡Estás siendo extremadamente maleducado!”

“Mi nombre es Adlet Maia. Y soy el hombre más fuerte del mundo.”

Los dos semifinalistas miraron fijamente a Adlet Maia con ojos que parecían que lo estaban apuñalando hasta morir... y entonces ambos se giraron hacia él. Pero Adlet ni siquiera les prestó ninguna atención.

“Me gustaría deciros sobre un cambio en particular sobre este combate. Yo, Adlet, el hombre más fuerte del mundo lucharé contra ambos a la vez.”

“¡Bastardo! ¿Estás loco?”

Sin inmutarse Adlet ignoró el cabreo del primer ministro. Pero en ese momento, los  espectadores empezaron a darse cuenta de la inusual situación y estallaron en un revuelo.

“¡Hey, vosotros! Daros prisa y deshaceros de este idiota.” El mercenario cuya batalla había sido interrumpida gritó a la guardia de honor que aguardaba de pie tras el primer ministro.

Hasta tal intensidad que los guardias recordaron finalmente lo que se suponía que debían hacer.

Aún así, el instante en el que la guardia de honor blandía sus espadas, Adlet simplemente sonreía.

“¡El combate ha comenzado!”

Al momento Adlet movió sus manos más rápido que lo que cualquier ojo pudiera siquiera seguir.

Entonces algo se escurrió de sus dedos y golpeó las cabezas de los cuatro guardias de honor obligándoles a agarrarse sus cabezas del dolor.

“Ha ido como planeaba.”

El chico ya no miraba a los guardias delante suya. En vez de eso ya solo observaba al viejo caballero y al mercenario plantados el uno al lado del otro.

Los guardias sin embargo removieron los aguijones que Adlet les había arrojado los cuales estaban recubiertos con un veneno neuronal que estimulaba el dolor. Aún si Adlet sólo había usado una ligera cantidad de veneno, todavía sería suficiente para mantenerlos severamente heridos durante unos 30 minutos.

Al darse cuenta finalmente que el intruso no era ningún idiota, los guardias de honor y el viejo caballero agarraron sus espadas al mismo tiempo. Entonces sin vacilar los guardias lanzaron su primer ataque a Adlet.

Si el chico hubiera intentado resistir sus ataques con su espada de madera, era bien claro que hubiera muerto al instante. Pero Adlet esquivó los ataques de los guardias. Entonces en un instante el viejo caballero cargó contra él por su espalda. Sin embargo, moviéndose más rápido de lo que los ojos humanos podían siquiera ver, Adlet tomó una de las bolsas de su cadera. De ella extrajo una pequeña botella y la arrojó tras de sí.

El viejo caballero desvió la botella con el centro de su espada. El contenido era simplemente agua, pero creó una apertura. El viejo caballero y la guardia mantenía su distancia y se reunieron en dos grupos para ejecutar un ataque en pinza contra Adlet desde detrás y por delante. Si fuera una batalla ordinaria esa situación habría significado claramente la derrota. No obstante para Adlet, era la oportunidad que necesitaba para asegurar su victoria.

Adlet extrajo un paquete envuelto en papel de una de sus bolsas y lo arrojó contra el suelo. Al momento explotó junto a sus pies y el humo engulló el cuerpo de Adlet, haciéndole desaparecer.

“¿Quién demonios es?”

“¡Es un tramposo!” Ambos el caballero y el mercenario lo gritaron para sorpresa de ellos en el mismo instante.

Por supuesto que ellos no eran gente quienes perderían contra un tramposo ordinario. Pero los movimientos de Adlet fueron veloces. E increíbles.

Dentro del humo, Adlet agarró su nueva herramienta de una de sus bolsas. Como los dos estaban enfocándose en encontrarle entre el humo, Adlet tuvo el tiempo necesario para completar las preparaciones que le permitiría derrotarlos.

Primero Adlet saltó hacia el viejo caballero. A cuando se movió, él extrajo su espada de madera de su espalda y la utilizó para golpear a la espalda del viejo caballero.

“¡Muy débil!”

Al momento que el caballero desvió su ataque, Adlet soltó su espada. Entonces agarró ambos brazos del viejo caballero y acercó su cabeza a la del viejo caballero. Entonces apretó sus dientes.

Quizás por un instante el viejo caballero viera la piedra que Adlet se había puesto en su boca. Pero entonces una chispa acompañado por un espray con un alto contenido en alcohol salió disparado de la boca de Adlet para así provocar una combustión.

“Gaa.” El viejo caballero gritó mientras el fuego quemaba su cara.

Al mismo momento, mientras seguía sosteniendo los brazos del viejo caballero, Adlet se giró sobre si mismo para así lanzar al viejo caballero sobre su espalda. La espalda del viejo caballero se estampó contra el suelo y dejó de moverse.

Poco después Adlet se giró para enfrentarse contra el mercenario que seguía detrás de él, pero no se movió para atacarlo pues su ataque ya se había realizado.

El humo de la pantalla de humo estaba se estaba limpiando gradualmente. Y dentro del humo el mercenario estaba agazapado. Agarrando su pierna y gritando de agonía.

“Lo siento. Probablemente la aguja venenosa duela. Probablemente desearías que te hubiera derrotado con otro tipo de arma secreta.” Adlet levantó sus cejas y se río fuertemente.

Donde antes estuvo Adlet, habían muchas púas esparcidas por el suelo. Ya que tenían el mismo color que la arena, era difícil verlas si uno no se fijaba demasiado. Y como su anterior ataque, las agujas también estaban  bañadas con el mismo veneno que inducía a un dolor neuronal.

Lo más probable fue que cuando el mercenario fue a atacarle velozmente por su espalda pisara alguna de las púas. Si el mercenario hubiera estado llevando zapatillas de acero o unas robustas zapatillas de cuero, entonces se habría podido defender fácilmente contra dicho ataque. Sin embargo, Adlet se había percatado del calzado del viejo caballero y del mercenario cuando se había aproximado. Y ya que el moverse velozmente era una cualidad importante en su trabajo, el mercenario llevaba puestas unas zapatillas que le permitieran moverse ligero y fácilmente por doquier.

“¡Lo miren como lo miren, yo soy el ganador!” Gritó Adlet, pero los espectadores tan sólo miraban impactados en silencio. Quizás no podían creer lo que acababan de escuchar. Quizás no podían creer que los dos guerreros que estaban disputándose la victoria por ser los ganadores del torneo fueran derrotados por un intruso desconocido en cuestión de segundos.

“¡¿Qué...qué estáis haciendo?! ¡Venid, rápido! ¡Rodeadle y apresadlo!” Gritó un primer ministro en pánico a los soldados que rodeaban el área. Pero sin siquiera la necesidad de que se les dijera nada, los soldados removieron las caperuzas de sus lanzas y corrieron hacia el centro de la arena.
Como los soldados estaban a punto de atacar a Adlet, el chico gritó hacia la estatua de las diosas que observaban el combate.

 “¡Mi nombre es Adlet Maia! ¡Y soy el guerrero más fuerte del mundo! ¿Podéis escucharme diosas del destino? No os permitiré que escapéis sin escogerme antes como uno de los Héroes de las Seis Flores.”

Los soldados corrieron hacia Adlet y cuando lo hicieron los espectadores finalmente se dieron cuenta de lo que había sucedido.

“¡Guardias reales! ¡Desenvainad vuestras espadas! ¡Apresad a ese chico!” Pero los espectadores no solo gritaron; incluso algunos se adentraron a la arena.

Mientras tanto el viejo caballero y mercenario derrotados se ponían en pie y se enfrentaron de nuevo contra Adlet.

Y tras eso, el sagrado terreno de combate donde la gente demostraba su fuerza ante las diosas del destino se convirtiera en una masiva e incontrolable pelea. Y desde ese día en adelante, el nombre de Adlet Maia fue bien conocido por todo el mundo. Fue conocido como Adlet el tramposo intruso, Adlet el guerrero cobarde, y como el peor candidatos para ser miembro de las Seis Flores de toda la historia

Segunda parte


Hace mil años, una maligna entidad apareció en el continente. Los humanos no sabían mucho sobre su existencia. ¿De dónde venía, o de por qué había nacido? ¿Sobre lo que pensaba, o sobre lo que buscaba de lograr? ¿O de si tenía una voluntad de pensamientos siquiera? Los humanos ni siquiera sabían si era una criatura viva o no. Lo único que sabían es que apareció sin previo aviso.

Sólo unas pocas personas sobrevivieron a sus encuentros con ese ser. Y por lo que decían sus testimonios la entidad tenía una altura como de diez metros. Y decían que su cuerpo y el ácido de sus tentáculos disolvía todo lo que tocaba como si así iniciara su ataque hacia la humanidad. Pero aún si el ser no quería comer a los humanos, ni tampoco quería atormentarlos; sólo iba de un lugar a otro matándolos por el simple hecho de matar. Y las partes que fueron cortadas de su cuerpo, dichas partes, cobraban vida como sus seguidores, las cuales incluso mataban a más gente.

El ser no tenía un nombre, después de todo no le era necesario el tener uno. Y no había nada similar en ninguna parte de este mundo.

Así que dicha entidad maligna fue simplemente nombrada como el Majin.

En aquel tiempo, el continente era gobernado por el gran imperio inmortal de Rohane. Pero a pesar de reunir todas sus tropas para la batalla, incluso con eso no pudieron derrotar al Majin.

Las naciones eran destruidas, las familias reales extinguidas, y las ciudades y pueblos desaparecían en llamas ante su paso. La gente estaba afligida y aceptaron que estaban destinados a ser aniquilados. Pero entonces de a saber dónde un Santo, sólo uno, se presentó.

Ese Santo se enfrentó al Majin con una simple flor como su arma. Aunque era una mujer, ella fue la única persona de todo el mundo quien podía luchar contra el Majin. Fue una larga y dura batalla, pero poco a poco el Santo fue acorralando al Majin hacia el rincón más recóndito del oeste y lo derrotó.

Pero cuando el Santo regresó dijo que el Majin no había muerto y que un día se despertaría de su letargo y que lo más seguro era que transformaría el mundo en un infierno. El Santo entonces predijo que cuando el Majin se despertara, seis héroes que habían heredado su poder aparecerían. Ellos tendrían que volver a enviar al Majin de vuelta a su más profundo letargo a toda costa.

Sobre los cuerpos de los seis guerreros elegidos aparecería una cresta con la forma de una flor con seis pétalos. Y debido a ese hecho, la gente empezó a llamar a dichos seis guerreros como Los Héroes de las Seis Flores.

En el pasado, el Majin despertó de su letargo dos veces. Pero ambas veces como se predijo aparecieron los seis guerreros y lo volvieron a sellar.

Había una condición para ser elegido como uno de Los Héroes de las Seis Flores. Los sujetos potenciales deberían mostrar su poder en templos devotos a la Diosa del Destino, los cuales fueron construidas por la Santa que sostenía una simple flor. Y habían como unos 30 lugares en el continente y el número de personas que venían a mostrar su poder fácilmente excedía los 10,000 individuos.

Cuando el Majin despertaba los más fuertes entre ellos recibían la cresta de las Seis Flores. Para un guerrero, eso era el mayor honor que podía obtenerse al ser elegido como uno de los seis. Adlet no era la excepción.

El tiempo del despertar del Majin fue dicho que era cercano, las señales que habían sido vistas por tantos años. A más tardar podía ser en un año, pero a lo más pronto podía ocurrir mañana.

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“¿Estás reflexionando sobre tus acciones? ¿Estás pensando ahora que hiciste algo equivocado?”

Habían pasado tres días desde las semifinales y Adlet fuera puesto en prisión por serios crimines efectuados. En frente de los barrotes de la celda se hallaba el primer ministro mirando a Adlet con una asqueada expresión, como si se hubiera tragado un insecto.

Adlet estaba seriamente herido. Su cabeza, hombros y sus dos piernas estaban envueltas en vendajes mientras su brazo derecho era sostenido por un cabestrillo. Era algo de esperarse pues no había modo de que pudiera ser atacado por tanta gente y de salir simplemente ileso.

Adlet estaba sentado sobre la fría cama y se enfrentó quejándose al primer ministro. “Debería de haber dicho esto antes, pero quise entrar oficialmente al torneo. Sin embargo, si fue debido a las reglas o por otra cosa, no se me dejó entrar sin importar lo que hiciera.”

El torneo ante la diosa tenía reglas y las armas que una persona podía usar estaban restringidas. Incluso las estrategias como ataques sucios o sorpresa eran castigados. Pero Adlet no podía hacer nada sobre eso.

“Como ya eres consciente, soy el hombre más fuerte en el mundo, pero esas reglas eran la única cosa que suponían un problema para mí. Conque debido a ello, me di cuenta de que no se podía evitar y me concedí el permiso de ignorarlas.”

“¿Cuál es tu objetivo?”

“Debería verlo sin tener que decírselo. Mi meta es ser elegido como uno de los Héroes de las Seis Flores.”

“¿Acaso has dicho de las Seis Flores? ¿Tú? ¿Te atreves a decir que alguien como túse merece el honor de ser uno de los seis?”

“Seré elegido. Es más, ya ha sido decidido. Después de todo soy el hombre más fuerte en el mundo.”
Adlet se rió y el primer ministro golpeó la barras de las celdas. Este hombre carece de auto control.

“Entonces todavía no has pensado suficiente sobre tus actos.”

“Estoy pensando. En serio. El guardia de honor y los guardias... Estoy pensando en todas las heridas que les hice.”

“¿Cómo te sientes sobre todo el desorden que causaste en la sagrada arena?”

“No podría importarme menos eso.” Dijo Adlet, causando que el primer ministro desenvainara su espada.

Entonces él intentó asestar un golpe a la cerradura, lo cual sus guardaespaldas desesperadamente intentaron de detener que hiciera.

“Escúchame bien. Me rehúso a aguantar más esto. ¡Voy a colgarte, tenlo por seguro!”

Los soldados trataron de controlar al primer ministro y juntos se fueron del área frente a la celda.

Adlet entonces se tiró sobre la cama y se encogió sin darle importancia a cualquier problema.
Recordaba la lucha que había tenido tres días antes con el viejo caballero y el mercenario. Ambos eran terriblemente fuertes. Si tan sólo una de sus tácticas hubiera salido mal entonces Adlet probablemente hubiera sido el que hubiera sido derrotado.

No obstante, él había sido capaz de ganar. Incluso si la lucha había sido difícil, él fue capaz de ganar. Eso era prueba suficiente de que él era el más fuerte del mundo.

“Aun así... hay una cosa que lamento” Susurró Adlet mientras se hacía un ovillo sobre la cama. Y eso era, la princesa Nashetania.

Nashetania Louie Piena Augustra. La primera princesa de la rica nación de Piena. Aunque su noble sangre significaba que estaba en su derecho de clamar su lugar en el trono, también era la guerrera más fuerte de toda Piena. Como una Santa que recibió su poder de la diosa de las espadas, él había escuchado que ella podía crear espadas de la nada a voluntad.

Nashetania había ganado el torneo anterior y había decidido que el ganador del combate en el que Adlet se había incurrido lucharía contra ella en las finales.

Adlet quería intentar luchar contra ella. Y si no podía, entonces por lo menos quería si eso el ver su rostro. Cuando había derrotado al viejo caballero y al mercenario, se había preguntado si habría una oportunidad de que ella se mostrara, pero al final no la hubo.

Bueno, realmente no me importa para nada, pensó, y suspiró una vez más.

“Ah, te encontré.” Dijo alguien que estaba de pie frente a los barrotes de la celda. La voz y la persona de la cual venía estaban completamente fuera de lugar en esa triste prisión.

“…¿Quién eres tú?”

Era una preciosa chica rubia. Y como si sólo el mirarla la hiciera feliz, ella mostró una preciosa sonrisa. Vestía un traje de maid, pero no le quedaba en lo absoluto. Los trajes de maid se ajustan más a las chicas que se ven planas.

“¿El señor Adlet, me equivoco? Lo lamento pero, ¿Podrías venir hasta aquí?” La chica le hizo señales repetidas veces con su mano. Confundido, Adlet se sentó y se dirigió hacia los barrotes. Al acercarse más a la chica, un dulce olor a manzana alcanzó a su nariz. Como si fuera algo que nunca antes hubiera olisqueado, pensó que era hipnotizante.

“Por favor estreche mi mano.” Inesperadamente, la chica escurrió su mano a través de los barrotes.

“¿Eh?”

“De verdad que lamento la repentina intrusión, pero tuve la oportunidad de verte luchar hace tres días. Me emocionó tanto tu actuación que ahora me he convertido en tu fan.”

“…¿Eh?….¿Eh?” Con la esencia de la chica disolviendo el hilo de sus pensamientos, esa insignificante palabra fue la única cosa con la que pudo responder.

“Por favor estrecha mi mano. Un apretón.”

Adlet hizo lo que le fue pedido y sin pensarlo tomó la mano extendida de la chica.

Entonces mientras la chica apretaba su mano en respuesta dijo, “Señor Adlet, está usted muy nervioso. ¿Qué es quizás ésta la primera vez que agarras la mano de una chica?”

La chica cubrió entonces su boca y se rió de broma. En respuesta, Adlet soltó su mano al momento.
Ella se rió.

Mientras ella se reía, Adlet notó como el olor de la esencia de manzana se iba haciendo más y más fuerte. Entonces se giró para apartar su cara de ella y cubrió sus mejillas.

¿Se te dan mal las chicas, aún siendo tan fuerte?”

 “Di lo que quieras, pero Adlet Maia es el hombre más fuerte en el mundo. Y el más fuerte no se le da mal ninguna cosa.”

“Me alegra el haber venido. Realmente eres interesante después de todo.” Dijo la chica con una sonrisa. “No conozco nada sobre ti, Adlet. Así que, ¿Te importaría contarme algo sobre ti?”

Adlet asintió con la cabeza. La chica de la esencia de manzana tenía una traviesa sonrisa. Pensándolo bien, ni siquiera había escuchado su nombre aún. Pensó repentinamente Adlet.

Adlet Maia iba a cumplir dieciocho este año. Su hogar estaba en una pequeña nación localizada en una remota región al oeste. Era llamada Woro, el país del lago blanco. Debido a ciertas circunstancias él había dejado su hogar natal cuando tenía diez años. No tenía ni amante ni amigos. Y ya que era muy joven, tampoco tenía familia en todo el mundo.

Por un largo tiempo se había recluido en las montañas con su maestro, entrenando día y noche para ser capaz de derrotar al Majin. Pulió sus habilidades con la espada, entrenó su cuerpo y estudió el cómo usar y preparar cada una de sus armas secretas.

El estilo único de lucha que esgrimió era el resultado de combinar su esgrima con varias de las armas secretas a su disposición.

No pertenecía a ningún lugar y no seguía las órdenes de nadie. Simplemente empezó a entrenar como un guerrero independiente con el único propósito de derrotar al Majin. Ésa era la historia de Adlet.

Las personas quienes vivían por la espada normalmente pertenecían a los caballeros o a los mercenarios. Así que si ellos iban a la batalla ganarían dinero y fama. Sin embargo, Adlet no tenía interés en ninguna de esas cosas. Su objetivo era luchar contra el Majin; tan sólo ése. Sólo habían unos pocos genuinos guerreros sin ataduras como él en todo el continente.

Después de acabar su largo entrenamiento había descendido de la montaña e intentó entrar al torneo de lucha de Piena en orden de confirmar que era él el hombre más fuerte en el mundo. Y con eso le dijo todo a la chica.

La chica de esencia de manzana escuchó con entusiasmo la historia de Adlet. Pero no tenía ni idea de lo que ella pensaba que era tan fascinante.

“…Y ése es el porqué fui al torneo para mostrar a la diosas del destino de que realmente soy el hombre más fuerte en el mundo. Lo siento. Me acabo de dar cuenta que la mayor parte de eso fue aburrido.”

Con esas palabras, Adlet concluyó su historia y la chica con esencia de manzana respondió con un aplauso. Al principio él se había sentido incómodo, pero poco a poco se le había ido mientras hablaba. Y en realidad el tener a dicha belleza escuchando su historia le hizo feliz.

“Fue interesante. Me alegro que me forzase a venir por mí misma a conocerte después de todo. De algún modo siento que he escuchado la frase “el más fuerte en el mundo” suficientes veces por el resto de mi vida.”

“Es cierto.” ‘El más fuerte en el mundo’ era la frase favorita de Adlet. En cualquier momento que él hablara sobre si mismo siempre añadía de seguro eso en la conversación.

“Es un hecho sólido de que soy el hombre más fuerte del mundo, así que planeo el decirlo sin descanso siempre que pueda.”

“…¿Pero es correcto el simplemente nombrarte a ti mismo como el más fuerte? ¿Has siquiera derrotado aún a la princesa Nashetania?” Dijo la chica las palabras con un deje de provocación, pero Adlet no prestó ninguna atención a su reto.

“Ella es sin duda fuerte. Pero yo lo soy más aún.”

“Aún así hay mucha gente fuerte en el mundo.”

“Por supuesto, pero no creo que exista de nadie más fuerte que yo.”

“…Señor Adlet, ¿En qué se basa para creer eso?”

“Sé que soy el más fuerte del mundo. Eso es todo.”

“¿Eso es todo?”

“Yo lo sé. La diosa del destino lo sabe. También va por el resto, el Majin y la gente de todo el mundo. Solo tendré que mostrárselo.”

“¿De verdad? Ésa es una increíble confianza sobre uno mismo.” “No es confianza. Es un hecho muy claro.”

La chica sonrió, pero al mismo tiempo parecía preocupada en cómo debería responderle. Bueno, la confusión era algo que no se podía evitar, pensó Adlet. Después de todo ésta era la primera vez que la chica se reunía con el hombre más fuerte del mundo.

“A propósito, ¿Está bien si te pregunto una cosa más?”

“Claro, ¿dime qué es?”

“Dentro de poco quiero escapar de esta prisión. ¿Sabes de algún método?”

“¿Quieres escapar de este lugar? ¿Para qué?”

Esta chica tiene agallas, pensó Adlet, habiendo esperado una respuesta un tanto diferente.

Adlet le dijo a la chica como el primer ministro de Piena estaba clamando por la pena de muerte. Y estar Adlet en una jaula no podía evitarse, pero la ejecución era un problema. Entonces la chica tocó su barbilla y se puso a pensar.

“Creo que no pasará nada. El señor primer ministro estaba furioso, pero no creo que vaya a ir tan lejos como para ejecutarte. Lo que hiciste no es razón para que una persona muera.”

“¿Es cierto? Entonces no hay problema.”

Adlet estaba aliviado ya que en su condición actual habría sido un poco difícil escapar de prisión.

“¿Que sucedió después de todo con el torneo? ¿Fue detenido?”

“No. Tus acciones... no fueron contadas. Ayer hicieron de nuevo el combate y el mercenario Kuato acabó ganando las semifinales por un estrecho margen. Entonces Nashetania le derrotó por completo en las finales.”

¿Acaba de dirigirse a la princesa sin el honorífico, o fue tan sólo mi imaginación?

“Es inesperado. ¿De verdad ganó el mercenario? Pensé que el viejo tenía una ligera ventaja sobre él.”

“Al parecer cuando arrojaste al señor Batwal le heriste su espalda.”

 “Quizás fue su error el no tomarme en serio desde el inicio.”

Después de que Aldet y la chica tuvieran algunas charlas insignificantes más. Hablaron sobre cómo la gente estaba demasiado asustada de permanecer de pie cuando vieron llegar a la realeza de Piena y los problemas con los altos costes en bienes. La chica era franca así que hablar con ella no era difícil.

Y el tan sólo tener una conversación ya era de por sí gratificante.

“Ah.” La cara de la chica de repente se hizo seria, como si acabara de acordarse de algo. “Olvidé que había algo sobre lo que vine a hablarte. Y éste no es el momento para conversaciones banales.”

“¿Qué es? Te ves agitada.”

La chica tomó aliento, y entonces en un susurro preguntó, “¿Has escuchado sobre el asesino de las Seis Flores?”

“Ni idea, ¿Qué es eso?"

“Había un caballero del país de la fruta amarilla con el nombre de Matola Wichita. ¿Has escuchado sobre él?”

“Ah, sé quién es.”

En el mundo había muchos chismorreos sobre quién sería elegido como uno de los héroes. Sin embargo, entre ese chismorreo había un nombre que él había escuchado repetidamente. Era el nombre de un joven prodigio que se decía que era el mejor arquero en el mundo.

“¿Has escuchado de Foudelka de la nación de las arenas doradas? ¿O de Asley la Santa del hielo?”

Adlet asintió. Ambos eran los nombres de guerreros bien conocidos.

“¿Que sucedió?”

“…Fueron asesinados. Todavía no se sabe quién es el criminal.”

“¿Pudieron ser los Kyoma?”

“Quizás.”

Las criaturas vivas que servían al Majin eran llamadas Kyoma y estaban preparándose para el resurgir del Majin, secretamente planeaban el emboscar y matar a los seis héroes. Estaban escondidos por todo el continente, maquinando varios planes. Además que iban por ahí matando a quien sea que pareciera ser un candidato para ser uno de las Seis Flores.

“…Cosas como los Kyoma no son criaturas que puedan ser fácilmente derrotadas. ¿Así que cómo las derrotamos?”

“No lo sé.”

“Eso es preocupante.”

“Señor Adlet, pienso que quizás es mejor si permaneces aquí. No importa donde vayas el peligro no cambiará, pero al menos la prisión está bajo una considerable guardia.”

“Es cierto. Bueno, entonces permaneceré aquí hasta que mis heridas sanen.”

Como si ella hubiera terminado de decirle lo que ella necesitaba decirle, la chica nerviosamente desvió su mirada.

“Lo siento. Debería estar yéndome, pero siento como que te enfureceré si me marcho. Bueno, ya estás enfadado, pero te enfadarás incluso más.”

“No me importa. Ve”

Rápidamente asintió de arriba a abajo, pero cuando ella empezó a marcharse, Adlet la retuvo.

“Si conoces a la princesa dile esto por mí. De seguro ella será elegida como una de las seis también.

Así que dile que espero por el día en el que podamos luchar juntos.”

“…¿Eh?” La chica abrió su boca distraída. Entonces por alguna razón comenzó a reír sin parar.

“¿Qué pasa?”

“Nada, perdona. Se lo diré por ti. Si la veo...”

La chica comenzó a alejarse, entonces se giró para mirarle y sacó su lengua.

“Señor Adlet. Eres un poco cortito.”

Él estuvo tentado a preguntarle el porqué de sus palabras, pero ya se había marchado. Así que por un rato Adlet se paró a pensar en lo que ella había dicho, pero al darse cuenta de que no podía averiguarlo decidió que lo mejor era olvidarse de ello.

Adlet se tumbó en la cama y miró hacia arriba de su celda, pensando sobre el llamado asesino de las Seis Flores.

“…¿El asesino de las Seis Flores, eh? Probablemente tendré que luchar contra ellos después de que sea elegido.”

Hasta entonces Adlet había mostrado una brillante e incluso optimista expresión. Pero ahora, sus ojos estaban llenos de una furia silenciosa.

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