Skyfire Avenue, cap 22

Capítulo 22: Su Historia



   "Mm, qué bueno está." Lan Jue estaba un poco bebido. Inhaló la esencia del alcohol, detectando toques de humo. Sus ojos se opacaron.

   Ante él estaba una mesa capaz de acoger a ocho personas y, aunque pequeña, era magnífica a su esto lo clásico. Estaba compuesta de madera tallada, trabajada con herramientas de oro y de una textura muy fina.

   El Maestro del Vino estaba sentado en la cabecera, con Lan Jue a su izquierda. A su derecha se encontraba el Gourmet.

   Hoy el Gourmet estaba vestido con un traje negro y camisa Blanca, a diferencia de Lan Jue que llevaba un abrigo en forma de U en la cintura. Era el retrato de la gentileza.

   Las mangas de su camisa estaban enrollados hacia arriba. En su mano derecha sostenía un largo cuchillo, de hoja de unos treinta centímetros de largo con un buen mango. 

   Los delgados dedos del Gourmet se movieron con destreza, cortando el jamón ibérico tal finamente como un ala de Cicada. Bajo el plato una vela ardía, otorgándole un tono cristalino al jamón. 

   El Maestro del Vino primero miró al Gourmet, luego a Lan Jue. "Ya has bebido casi la mitad de una botella de Talisker, ¿estás listo para compartir tu historia?"

   Lan Jue meneó el vaso de whiskey en su mano, levantando una pieza de jamón y dirigiéndolo a su boca. Un espeso más no aceitoso sabor le inundó el paladar. Bebió otro pequeño sorbo de Talisker malta simple, el fino whisky bajó como fuego por su garganta, esparciéndose por cada poro de su ser. 

   "Lo particular del Talisker es su fuerte sabor a maderación, algo específico de una isla. Tiene un espíritu antiguo innegable y legendario. Para aquellos que realmente aman el sabor, no pueden hacer más que disfrutar."

   "¿Quieres contarme una historia sobre whiskey?", musitó el Maestro del Vino.

   El Gourmet finalizó de calentar otro plato y se sentó, moviendo su cuchillo como si lo fuese a enterrar en la cubierta de la mesa. El Maestro del Vino le lanzó una mirada, con la que Gourmet entendió que mejor debía guardarlo en su funda. 

   El Gourmet agarró la botella de Talisker en su mano, con su líquido dorado brillando como un halo de luz. 

   "No le des alcohol y te lo dirá por su cuenta", dijo, sirviéndose medio vaso. Colocó la botella a un lado.

   El Maestro del Vino asintió, aprobando.

   Lan Jue parecía decepcionado, vaciando el contenido de su vaso en un solo trago. "Estoy algo cansado, creo que iré a casa a dormir..."

   Los ojos del Maestro del Vino brillaron. "Entonces, vete."

   "¿Podré volver más tarde?", dijo Lan Jue con una pequeña sonrisa. 

   "¿Qué crees?", respondió el Maestro del Vino observándolo.

   Lan Jue se recostó en el respaldo de su silla, hablando calmadamente. "He estado aquí tres años, ¿cierto?"

   "Tres años, un mes y tres días." Respondió acertivo el Maestro del Vino.

   Las comisuras de los labios de Lan Jue se curvaron amargamente. "Tenía una esposa hermosa. Era gentil, amable, maravillosa...estar con ella era como una brisa primaveral. Desde el momento en que la vi, la amé instantáneamente."

   "Éramos la envidia de todos. Todo era perfecto, disfrutábamos de la compañía del otro, hacíamos todo juntos. Era tan natural estar a su lado, tan natural que sólo nos sentíamos felices el uno con el otro. Ella era mi mundo entero. Cuando estaba conmigo, el universo entero parecía estar lleno de colores."

   "Pero dicen que los buenos días son efímeros. Tres años atrás a causa de un accidente, ella me dejó para siempre. Incluso ahora, aún no sé si fue realmente un accidente o fue algo planificado. De acuerdo a la evidencia ella desapareció en una gran explosión. No pude encontrarla, no dejó rastro alguno. Fue como si ella nunca hubiese existido."

   "Se había ido así que...mi corazón estaba vacío."

   "Por eso vine aquí. Me gusta la tranquilidad de Skyfire Avenue, me gusta vivir aquí. Cuando era más joven y venía de visita, me encantaba. Planeaba traerla conmigo, pero ella se fue muy repentinamente.

   Lan Jue relató su historia calmadamente, con sus ojos reflejando su temperamento. Era como si simplemente estuviera contando una historia, una historia que no tenía nada que ver con él. 

   "No hace mucho, alguien vino a mi tienda dejandome una nota. Decía que mi esposa no estaba muerta. Contenía un vídeo. Lo creí. Cómo podría no creerlo. Incluso sabiendo que me estaba mintiendo a mí mismo, incluso sabiendo que era imposible, lo creí."

   "Los ayudé, y ellos me dijeron la ubicación de mi esposa. Y me dijeron que se iba a casar con alguien más. Ustedes son hombres...Deben entender lo que sentí en ese momento."

   "Así que fui por ella. A tomar de vuelta a mi esposa. Estaba tan feliz. Era como un retrato, trayendo el color de vuelta a mi vida."

   "Pero, ella se veía igual a mi esposa. Sin embargo, no era ella."

   Lan Jue se detuvo, con la risa atrapada en su rostro. Con sus ojos vacíos.

   El Maestro del Vino miró al Gourmet. Un destelló de luz salió de la botella de Talisker.

   Removiendo la tapa, el Maestro del Vino le vertió quietamente el contenido en el vaso de Lan Jue. Luego levantó el suyo.

   Lan Jue tomó su bebida. El licor de gran calidad recorrió su garganta, pero aquél ardor no se comparaba al que él sentía por dentro. Sentía como si aquellos tres años no hubieran pasado. 

   "Me voy", Lan Jue dejó su vaso en la mesa y se fue.

   Ni el Maestro del Vino ni el Gourmet le pidieron que se quedara. Las penas de un hombre no se resolvían conversando. 

   Lan Jue ya hasta había perdido el deseo de venganza contra los que le dieron falsas noticias. No importa lo que dijiese, le habían dado una gran esperanza, para solo entregarle un gran sufrimiento. Pero al menos, por unos segundos, pensó que había recuperado a Hera.

   El Maestro del Vino y el Gourmet no se dijeron nada, terminando los tragos en sus vasos. El Gourmet acabó las piezas de jamón.

   "Yo también me voy", dijo.

   "Mm", asintió el Maestro del Vino.

   "Él no pagó el whiskey, ¿cierto? Pensé que había dicho que lo haría.", dijo el Gourmet.

   La mano con la que el Maestro del Vino tomaba su vaso se congeló, como si fuera magia, paralizándola. 

   
   

   

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