Un Juego Justo, Capitulo 3

Capítulo 3

Es así como Madelein salió de viaje con la seguridad de que encontraría lo que estaba buscando.

No fue una aventura como ella la habría esperado. Fue difícil ya que ella no tenía oro, ni siquiera del juego ya que ella había gastado todo en crear a la autómata en el proceso.

A pesar de que más tarde descubrió cómo abrir su inventario, no tenía nada de comida y ella era reacia a robar sólo para mantenerse con vida.

Soportando la primitiva vida de un mundo en la edad media, Madelein hizo su camino como aventurera y cazarrecompensas. Aprovechando su inmenso poder, no fue difícil para ella, aunque sí fue un viaje solitario. Ella después de todo tenía principios y un pensamiento totalmente diferentes al de los pobladores de ese mundo. Aunque tenía conocidos en todas partes, ella nunca pudo confiar plenamente en ellos ya que al verla como mujer y más cuando siempre andaba sola, ella fue asaltada y agredida tantas veces que fue inevitable que Madelein perdiera poco a poco la confianza en la bondad humana.

Aun así, ella regresó siempre que pudo a visitar al único lugar que podía considerar su hogar en esa vasta tierra. La cabaña de la anciana Stronoff.

Mientras pasaba su tiempo con ellos, Madelein los ayudó a vivir una vida más pacífica ya que desde que ella apareció la cantidad de criaturas y monstruos en los alrededores se vieron reducidas significativamente, razón por la que tanto el niño como la anciana lograron una vida más tranquila y en paz.

A pedido del joven Gazef quien admiraba su poder y valentía, ella accedió a enseñarle técnicas y formas de lucha ya que siempre que volvía a la cabaña, el no paraba de pedirle que lo llevase en sus aventuras o que lo ayudara a entrenar. Ella naturalmente no era una guerrera incluso si la armadura que llevaba siempre, señalaba lo contrario. Pero incluso así, ella conocía los movimientos de innumerables razas y enemigos en su tiempo como leyenda dentro del juego. No por nada era la mejor, así que necesitaba aprender cómo contrarrestar cada ataque enemigo que se le lanzaba.

Así, medio experimentando, medio creando nuevos movimientos, ella pudo entrenar a Gazef hasta convertirlo en un gran guerrero.

Su tiempo con ellos duró hasta que cuatro años después, la anciana murió enferma. Una vez paso esto, el joven y ella decidieron despedirse ya que Gazef no quería permanecer solo en esas tierras y además él era ahora lo suficientemente fuerte como para unirse al ejército.

Sintiendo como el único lugar que consideraba hogar se desvanecia, Madelein sólo pudo seguir vagando por las tierras sintiéndose aún más perdida que cuando llegó a este mundo.

Ella recorrió todos los reinos, desde el reino santo hasta los bosques de los elfos. Y salvo unas pocas pistas, ella no encontró nada que la pudiera sacarla de este sufrimiento. Solo mitos y cuentos de viejas leyendas.

Según estas historias, Madelein descubrió que ella no había sido la única en haber sido traída a este mundo. Antes había pasado y es probable que vuelva a pasar. Quizás debido al efecto de los 10 puntos de lucidez que había ganado creando a la autómata ella había llegado hasta aquí. Quizás haciendo cosas como ser el primero en entrar al juego o el último en irse, o el primero en reunir un objeto de clase mundial. Cosas así quizás sean dignas de ganar puntos en lucidez. Esa fue la única explicación que tuvo Madelein de todo el evento.

El problema era que desde que despertó de su sueño tras la caída, ella no pudo volver a ver sus estadísticas. Ella podía sentir la cantidad de vida y magia que tenían su cuerpo, pero nunca bajo la facilidad de tener un número que te lo indicará. Así que incluso si la lucidez tenía alguna relación con su rapto a este mundo, ella no podía hacer nada para resetearlo.

Había habido rumores cuando ella aún estaba en el juego, de que existía un tipo que habia muerto tantas veces que incluso dejó de perder experiencia y comenzó a perder puntos de habilidad. Su nombre era el mata ratones o algo por el estilo, por lo que la tentación de suicidarse siempre fue muy tentador para ella.

Así fue hasta que descubrió que no hace mucho tiempo habían aparecido 13 héroes quienes salvaron a la humanidad que entonces vivían aterrorizados por la malicia de 8 dioses malvados. Ella se emocionó ante esta noticia ya que ella sospechaba de que quizás alguno de esos héroes eran jugadores de su mundo. Según sus propias investigaciones, parecía que al menos dos de ellos así lo fueron.

Desafortunadamente la poca información que obtuvo de la teocracia Slane solo confirmó que los jugadores habían muerto. Según sus registros, oficialmente se habían negado a ser resucitados, pero la verdad era que sus cuerpos se habían evaporado cuando su vida había llegado al final. Motivo por el que no pudieron traerlos de regreso a la vida. Eso explicaría porque a pesar de que varios jugadores con muchas razas diferentes habían venido a este mundo ninguno permanecía vivo o había registros de su permanencia. Todos tenian una unica vida y nada mas.

No había seguridad en que la muerte fuera una forma de regresar o de que no lo haria de manera permanente. Era un riesgo que Madelein no estaba dispuesta a correr.

El costo de esta información fue un martirio para ella, ya que debido a que no tenía la habilidad para ser una espía o persuadir a las personas para que la ayudarán, ella tuvo que decirles la verdad acerca de su identidad. La teocracia al enterarse de esto hizo todo lo posible para convencerla de que se quedara con ellos y unificara el mundo bajo su mando. A Pesar de que esto era tentador para Madelein quien una vez fue orgullosa y prepotente, ella no podía pasar sobre las masas y matar indiscriminadamente, no cuando había pasado años conociendo a sus habitantes, y sobre todo no, cuando ella sabía que esto ya no era un juego.

La negativa a liderarlos fue mal recibida de parte de ellos, por lo que, en contra de sus peores expectativas, la teocracia intento controlarla con un objeto de clase mundial.

Afortunadamente su propio objeto de fosfofilita fue suficiente para disuadir los efectos y ayudarla a escapar del alcance de la teocracia. Madelein era consciente de que esto era peligroso y que ella debería haberlos hecho pagar por su crimen, pero saber que tenía que matar a un sin número de jóvenes inocentes quienes eran controlados, fue suficiente como para hacerla olvidar el incidente y regresar a su vida de trotamundos ahora teniendo que ocultar su cara para que nadie la reconociera.

Al final, ese incidente hizo que seguir viajando se hiciera peligroso. Incluso cuando muchos otros gobernantes ofrecieron darle asilo en sus respectivos reinos, todos ellos tenían miradas lujuriosas en sus ojos que demostraban que ella no estaría segura con ninguno de ellos.

Sintiendo lo desesperante que era su actual estilo de vida, ella decidió rendirse. Ella había pasado 7 años explorando e investigando y nunca encontró nada más que valiera la pena. Quizás si declarase al mundo su poder y tuviera la resolución para tomarlo todo por la fuerza, quizás así despertara a las entidades que ella sabía permanecían vigilantes y expectantes. Pero ella no podía seguir haciendo esto. Ella estaba cansada de seguir viajando. Cansada de no poder confiar en nadie. Cansada de seguir esperando a que un milagro se le apareciera. Cansada de seguir sola.

Es así como Madelein decidió ocultar su identidad y sepultar todo lo que pudiera identificarla. Dejó enterrado su set, pociones y armas en el único lugar donde la vida era imposible. Ella se había cansado de seguir viviendo como aventurera. Ella ya no quería seguir jugando.

Una vez decidió olvidar todo lo relacionado a su vida anterior y tras haber enterrar su poder en las profundidades de Helheim, ella regresó a la cabaña donde había iniciado todo.

Ahí vivió tranquilamente, sin miedo a que alguien llegara a controlarla o intentara usarla para su conveniencia. Así pasaron sus días en paz, en la tranquilidad que tanto se merecía después de haber pasado años y años sin descanso.

Los meses pasaron y nada cambió, hasta que un día conoció a un joven noble quien rompió su rutina al adentrarse en su vida.

Quizás fue la soledad de andar 7 años sin compañía o quizás solo ansiaba desesperadamente un cambio, pero a ella realmente la conmovio ver como el joven estúpidamente caminaba cuatro horas atravesando el bosque todos los días solo para hacerle compañía.

Fue inevitable que un año después de seguir este ritmo, ella finalmente aceptara sus sentimientos y después de vivir unos meses como tontos enamorados, ellos finalmente decidieron casarse.

Él era un joven vizconde de la nobleza del reino de Re-Estize, por lo que pasar de la cabaña, a vivir en una mansión a las afueras de la ciudad, fue algo bueno para ella quien sintió con agrado el cambio en su estilo de vida.

A pesar de que ella se negó a usar sus poderes sobrenaturales con temor de que alguien descubriera su paradero e intentara controlarla, ella aun así uso sus conocimientos como estudiante de medicina, por lo que fue fácil convertirse en una médica reconocida. Junto a la información que tenia de su antiguo mundo, ella pasó sus días tratando a los heridos que siempre eran abundantes y creando nuevos métodos de tratamientos y diagnósticos que no solo involucraran a las pociones que sólo aceleraban la curación natural del organismo.

Para ella fue raro descubrir que nadie se había dado cuenta de que esas pociones eran tóxicas a largo plazo ya que generaban cáncer una vez se llegaba a una edad mayor.

Por lo que uno de sus principales objetivos como medica fue intentar persuadir a la gente que no las tomara a menos que de verdad se tratase de una emergencia. Una vez gano fama y los pacientes se volvieron numerosos, ella fundo un hospital donde pasó sus días investigando y haciendo realidad el sueño que siempre tuvo desde niña. Convertirse en una excelente doctora y ayudar a los enfermos.

Los años pasaron y con ellos vinieron los hijos. Luna, Blaise y Victor.

Su familia era todo lo que ella esperaba de ellos. Un esposo atento y trabajador. Niños que eran maravillosos y que la querían en exceso.

Ella les contó su propia historia. Les contó quién era en verdad. Y ellos se maravillaron al enterarse de eso. Ninguno lo dudo o desconfió de su cordura.

Sus hijos le pidieron aprender algunas de las técnicas que le enseñó a Gazef que ahora era conocido como el guerrero capitán y era mundialmente famoso como un gran espadachín por todos. Ella encantada lo hizo ya que ella más que nadie sabía lo peligroso que era el mundo en el que vivían. Saber defenderse era alguno natural para ellos y para cualquier persona.

Así que a pesar de que sus hijos no tenían el talento innato de Gazef, ella les enseñó todo lo que sabía de sus técnicas y artes marciales. A ella le hubiese encantado enseñarles magia de verdad y hacer que heredaran su conocimiento, pero desafortunadamente ninguno de sus hijos tenía aptitudes para la magia y ella no iba a darle ese poder e información a ninguna persona ajena a su familia. Pronto sus dos hijos se hicieron famosos en su arte y cada uno fundo un estilo propio que enseñarían a los pobladores con el fin de que sean ellos mismos quienes protejan sus tierras.

Su hija en cambio decidió seguir su camino y aprendió todo lo posible sobre medicina. Juntas trabajaron atendiendo y curando innumerables enfermedades que seguían apareciendo por todo el mundo. Incluso venían enanos, elfos o demihumanos que ocasionalmente se acercaban de incógnito sólo para verla y rogar por tratamiento.

Ella nunca le dijo que no a un necesitado. Ella no tenía el retrógrado pensamiento bárbaro de los nobles o la gente normal que se negaban a ver a los demihumanos como más que simples bestias oportunistas. Pero ella era diferente. Ella salvaría a cualquier persona que lo necesitara.

Su vida pasó tan feliz desde entonces que le pareció extraño sentir los 30 años que habían pasado desde que llegó a este mundo.

Sus hijos ahora eran mayores de edad y por orden del rey todos fueron llamados al ejército. Su hija en cambio era líder de una organización parecida a la cruz roja que se encargaba de curar a todos los heridos producto de las escaramuzas anuales que se daban entre el reino y el imperio.

Debido a su conocimiento sobre los peligros de la toxicidad de las posiciones, además de que el ejército nunca estaba preparado para los primeros auxilios, la organización de sanadoras, fue bien recibida y alabada por todos, aliados y enemigos.

Madelein estaba orgullosa de sus hijos y de todo lo que habían hecho. Ellos estaban luchando para hacer de este mundo un lugar mejor. Ella no podía esperar nada más de ellos. Verlos partir a todos juntos al lado de su padre quien fue convocado por el príncipe para la guerra, casi le rompió el corazón. Pero, aun así, ella los dejó partir, porque ella sabía que podían cuidarse mutuamente, además cada uno de ellos iba porque sabían que cada uno tenía una tarea importante con la responsabilidad de miles de vidas en sus manos. Ellos eran tan responsables que incluso Madelein no pudo evitar sentir respeto por sus propios hijos.

Ellos habían buscado su camino en la vida y ella estaba feliz de que lo encontraran.

Así pasaron los días y las noticias de ellos nunca llegaron, motivo por el que Madelein no pudo evitar preocuparse día tras día. Solo escuchaba rumores de un nuevo Rey en E-Rantel, pero nada que pudiera confirmar.

Sus sospechas se aclararon cuando una semana después, un Noble amigo de sus hijos vino a visitarla a su mansion y a traerle noticias.

La cara del noble estaba tan pálida que Madelein no pudo evitar sospechar que de alguna manera el pobre chico estuviese mortalmente enfermo y venía a pedir que lo tratase.

Sin embargo, sus próximas palabras traicionaron sus pensamientos.

—    Lo siento mi buena señora. No sabe cuánto lo lamento.

Madelein no pudo evitar sentirse ansiosa. Ella esperaba que él, le pidiera ayuda o que como mínimo le diera noticias de su familia. No esto.

—    Lo siento señor Phantomhive. No sé a qué se refiere.

La cara del conde no pudo evitar caer aún más y temblar ante lo que estaba a punto de decir.

—    Mi señora. La-lamento decirle que su familia,…… ha muerto en combate.

Madelein olvido como respirar en ese momento. Ella negó fervientemente lo que acababa de escuchar. Ella no podía aceptarlo.

—    Eso no es cierto. Nadie en el imperio Baharuth tiene el poder para vencer a mis hijos o a mi esposo. Ni siquiera Fluder debería ser capaz de herirlos mortalmente. ¡Esto no es posible!

Ella no pudo evitar gritar desesperadamente intentando negarlo todo con sus palabras.

—    Lo siento mi señora. Para nosotros también fue increíble. Un vórtice oscuro apareció en medio de nuestro flanco izquierdo, matando al instante a setenta mil de nuestros soldados y a sus dos hijos con ello.

Madeleine que sentía que su corazón estaba a punto de explotar, no pudo seguir preguntando aun cuando las lágrimas comenzaban a derramarse por sus ojos.

—    ¿Y mi hija?

El conde Phantomhive no pudo evitar agachar su cabeza ya que ver la cara destrozada de la señora enfrente de él era desgarrador y no podía verla a los ojos.

—     Lo siento mi señora. Su esposo y su hija fueron masacrados por criaturas deformes con tentáculos y varias bocas.

Madelein no pudo seguir adelante. Ella cayo sin fuerzas en el piso. Cada desdicha, cada momento triste en su vida, cada vez que sintió que era doloroso y angustiante. Ni siquiera juntando todos esos momentos juntos podía compararse a lo que ella estaba sintiendo en ese momento. Su vida no significaba nada sin su familia. No así.

El dolor que atravesaba su corazón, y lo apretaba exprimiendo cada recuerdo feliz que tenía, la asfixio hasta que no pudo respirar y los gritos que debería estar rompiéndole las cuerdas vocales se negaron a salir, porque cualquier fuerza, cualquier voluntad para seguir viviendo, habían desaparecido de ella.

Ella no era más que un cuerpo inerte con solo un mar profundo de desesperación y tristeza infinita. Ningún grito, ni nada podrían traer a su familia de regreso, así que ella solo pudo lamentarse consumiendo toda su alma en el proceso.

La vida y la muerte ya no significaban nada para ella. Ella solo quería verlos de nuevo. Incluso si tenía que morir para hacerlo, porque nada, ninguna riqueza o poder podían hacer que ella se quedara y viviera una vida sin su compañia.

El conde que apenas era un joven de 20 años no pudo evitar ser contagiado por la desesperación de ver a la famosa doctora Madelein en tan mal estado. El solo quería intentar consolarla porque no soportaba verla así.

— Lo siento señora. Nos hubiera encantado traerle los cuerpos, pero no quedo nada.

Madelein no podía reaccionar. A pesar de que escucho lo que el joven conde decía, a ella no le importaba.

— De no ser por el rey hechicero esto no habría pasado. No solo se atrevió a cometer esa masacre si no que además invadió la ciudad de E-Rantel.

El conde empezaba a ser molesto par Madelein. Ella ya no quería seguir escuchando. Ella solo quería sufrir sola, y quizás prepararse para reunirse con su familia. Seguir escuchando escusas y quejas solo hacía que quisiera desahogar su sufrimiento sobre el pobre chico, pero justo cuando quería decirle que se retirara, algo llamo su atención.

— Ahora la ciudad será gobernada por un no muerto. Maldito Ainz Ooal Gown. Pero qué clase de nombre tonto es ese.

Madelein sintió temblar su mano. Habían pasado 30 años, pero ella aun recordaba ese nombre. Dando un respiro para tomar fuerzas, Madelein levanto la cabeza y un cuando las lágrimas seguían recorriendo su cara, ella pregunto sin fuerzas, solo con un susurro.

— Háblame más de este rey.

El conde que se sintió aliviado de que sus esfuerzos no habían sido en vano, encantado prosiguió a contarle todo lo que sabía del responsable de esta atrocidad.

— Mi señora. Se llama a sí mismo el Rey hechicero, Ainz Ooal Gown. Es un esqueleto cubierto por túnicas negras y una especie de esfera roja en su tórax. Él se alió con el Imperio Baharuth y con su magia oscura fue el responsable del vórtice que se llevó a nuestro ejército y de que esas criaturas aparecieran en las planicies de Katze.

Madelein lo escucho atentamente. A pesar de que su corazón seguía herido y la pena era inmensamente pesada, su cabeza estaba estudiando cada dato que estaba escuchando. Ella recordaba ese nombre. Ese maldito nombre. Todos en el juego lo sabían.

— Así que ese desgraciado también vino a parar aquí.

El conde no pudo evitar fruncir el ceño ante este comentario tan fuera de lugar. Aunque cualquier cosa era mejor que ver llorar a la señora, motivo por el que no dijo nada.

— Conde. ¿Dices que este tal rey está ahora en E-Rantel verdad?

El conde sintió abruptamente el cambio en el ambiente. Una sed de sangre como ninguna otro que jamás haya visto provenía de la bondadosa y bella doctora.

— Si mi señora. Amenazo al aventurero de clase adamantino Momon, para que no se alce en armas contra su gobierno a cambio de velar por la seguridad de la población.

Madelein ni siquiera escucho el resto de lo que dijo el conde. Con el sí, ella estaba más que lista para para destrozar los huesos de ese maldito esqueleto.

Negándose a sentir nada más que odio y rencor a quien ella pensaba era el culpable de la muerte de sus seres queridos, Madelein se alzó con fuerza, como nunca antes en este mundo lo había hecho. Ella ya no era la joven ingenua que paso 30 años buscando una salida inútilmente. Ella era ahora la jugadora legendaria temida en todo el servidor. Y haría hasta lo imposible para castigar al maldito que se atrevió a quitarle a sus seres queridos.

— Ahora lo recuerdo. Ese maldito era un maestro de la muerte.

Madelein sonrió y apretó sus puños con todas sus fuerzas. Toda su resolución, toda su rabia fue arrojada en sus siguientes palabras.

— Si tengo que matar a la muerte misma, que así sea. Desde este momento eres hombre muerto Momonga. Te maldigo a ti y a tu gremio y juro que no descansare hasta que toda tu felicidad haya sido arrebatada de ti.

Con esa declaración, Madelein salió de la habitación y con solo un golpe de sus manos, las puertas de la mansion se vinieron abajo.

La ciudad de E-Rantel estaba significativamente lejos. Pero aun asi ella no se cambió, ni alisto para el viaje. Ni siquiera intento llevarse un caballo.

Ella solo salio y siguio caminando. Como si no hubiese nada mas a su alrededor, que el camino a su objetivo.

Con lágrimas derramándose en el camino. Su odio y tristeza la acompañaron como sus unicos amigos.

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